RECUERDOS DE PRIMAVERA
No me olvides nunca dijiste en un día tibio de primavera, no me olvides nunca también dije yo; recuérdame siempre volviste a decir, recuérdame siempre dije yo; lo dijiste con tanta vehemencia e implorando que de mi mente tu nombre no se borrara, como que nunca olvidara esas memorables noches primaverales. Cuánto derroche de pasión había en esas madrugadas en que la única manta que nos cubría era la piel de nuestros cuerpos.
Hubiéramos querido que nuestro idilio se tornara una eterna primavera y que las otras estaciones no existieran. Que la luna siguiera medio escondida para no perturbar el romance de la media luz. Que el sol siguiera oculto en la mañana para que la noche se alargara y así, continuar con la interminable cadena de misterios que descubríamos a cada momento.
Cuántas veces dijimos y juramos que no habría olvido; cuántas veces creímos que la distancia no era obstáculo para sentir el frío de la desconfianza; cuántas y cuántas promesas se hicieron nuestros corazones en nombre del amor.
El tiempo pasó y con él se termino la primavera; vino el verano y con él nuevos horizontes. Los rayos veraniegos del sol no fueron suficientes para mantener ardiendo el fuego de la llama que se prendió en la primavera, por el contrario cada vez su calor parecía extinguirse en el espacio de los silencios.
Luego vino el otoño con sus brillantes colores a tratar de alegrar el ambiente, sin embargo su impetuoso viento otoñal arrancó las pequeñas hojas que por azar del destino y ajenas a la indiferencia, todavía permanecían fuertemente unidas sin resignarse a caer al suelo y volverse polvo del olvido.
Más el tiempo siguió su marcha, se asomó el frío invernal y con ello vino la lluvia y tempestades que borran las huellas del camino, desbordan ríos, rompen y arrastran piedras como también a nuestros corazones los vuelve plomizos y melancólicos. Solamente nos queda soñar en los recuerdos de primavera; promesas que se esfumaron en el viento; palabras escritas en páginas sueltas y que se volvieron invisibles con el correr del tiempo.
Tenemos derecho a soñar y al igual también tenemos derecho a recordar.
Memorias de BriznaDpaz
Enero 18, 2010
No me olvides nunca dijiste en un día tibio de primavera, no me olvides nunca también dije yo; recuérdame siempre volviste a decir, recuérdame siempre dije yo; lo dijiste con tanta vehemencia e implorando que de mi mente tu nombre no se borrara, como que nunca olvidara esas memorables noches primaverales. Cuánto derroche de pasión había en esas madrugadas en que la única manta que nos cubría era la piel de nuestros cuerpos.
Hubiéramos querido que nuestro idilio se tornara una eterna primavera y que las otras estaciones no existieran. Que la luna siguiera medio escondida para no perturbar el romance de la media luz. Que el sol siguiera oculto en la mañana para que la noche se alargara y así, continuar con la interminable cadena de misterios que descubríamos a cada momento.
Cuántas veces dijimos y juramos que no habría olvido; cuántas veces creímos que la distancia no era obstáculo para sentir el frío de la desconfianza; cuántas y cuántas promesas se hicieron nuestros corazones en nombre del amor.
El tiempo pasó y con él se termino la primavera; vino el verano y con él nuevos horizontes. Los rayos veraniegos del sol no fueron suficientes para mantener ardiendo el fuego de la llama que se prendió en la primavera, por el contrario cada vez su calor parecía extinguirse en el espacio de los silencios.
Luego vino el otoño con sus brillantes colores a tratar de alegrar el ambiente, sin embargo su impetuoso viento otoñal arrancó las pequeñas hojas que por azar del destino y ajenas a la indiferencia, todavía permanecían fuertemente unidas sin resignarse a caer al suelo y volverse polvo del olvido.
Más el tiempo siguió su marcha, se asomó el frío invernal y con ello vino la lluvia y tempestades que borran las huellas del camino, desbordan ríos, rompen y arrastran piedras como también a nuestros corazones los vuelve plomizos y melancólicos. Solamente nos queda soñar en los recuerdos de primavera; promesas que se esfumaron en el viento; palabras escritas en páginas sueltas y que se volvieron invisibles con el correr del tiempo.
Tenemos derecho a soñar y al igual también tenemos derecho a recordar.
Memorias de BriznaDpaz
Enero 18, 2010
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