MI CEREZO
Han pasado ya muchas primaveras, de mi árbol de cerezo no ha quedado nada, sus ramas se quebraron y sus flores se secaron, estaba muy joven pero lo venció el crudo sol del verano, y las lluvias del invierno. Es triste ver morir un árbol sin poder llegar a viejo.
Han pasado ya muchas primaveras y como extraño el olor de mi cerezo, le contaba de mis cuitas, mis sinsabores como también de mis amores. A veces hablábamos muy quedo para que el manzano no escuchara, no queríamos que fuera indiscreto y pregonara nuestros secretos.
Te miraba desde mi ventana, alegrabas mi vida con tus flores blancas como la nieve y tus ramas impregnaban energía a mi cuerpo para sentirme viva.
¡Bendito cerezo! Trajiste a mi alma el color de la vida; me enseñaste con tu magia blanca el sabor de la alegría, a ver en tus hojas los reflejos de mis ojos, y más que todo aprendí, como espantar mi melancolía. Estaba muy triste aquel día que te encontré en mi huerto; te miré solitario, quizá también tú adivinaste mi soledad y decidiste hacerme compañía; desde entonces fuimos compañeros inseparables.
Las tormentas del invierno y el fuego de un sol ardiente hicieron que poco a poco tu tronco, que guardaba tantos de mis secretos, se debilitara, agonizara y muriera en el último verano.
Encima de tus cenizas he sembrado otro árbol para que te haga compañía cuando yo esté ausente, te extraño tanto, que a veces me duele el alma el recordarte, sin embargo acepto que lo que nace y crece…, algún día muere.
Recordando a mi cerezo.
Memorias BriznaDpaz
Han pasado ya muchas primaveras, de mi árbol de cerezo no ha quedado nada, sus ramas se quebraron y sus flores se secaron, estaba muy joven pero lo venció el crudo sol del verano, y las lluvias del invierno. Es triste ver morir un árbol sin poder llegar a viejo.
Han pasado ya muchas primaveras y como extraño el olor de mi cerezo, le contaba de mis cuitas, mis sinsabores como también de mis amores. A veces hablábamos muy quedo para que el manzano no escuchara, no queríamos que fuera indiscreto y pregonara nuestros secretos.
Te miraba desde mi ventana, alegrabas mi vida con tus flores blancas como la nieve y tus ramas impregnaban energía a mi cuerpo para sentirme viva.
¡Bendito cerezo! Trajiste a mi alma el color de la vida; me enseñaste con tu magia blanca el sabor de la alegría, a ver en tus hojas los reflejos de mis ojos, y más que todo aprendí, como espantar mi melancolía. Estaba muy triste aquel día que te encontré en mi huerto; te miré solitario, quizá también tú adivinaste mi soledad y decidiste hacerme compañía; desde entonces fuimos compañeros inseparables.
Las tormentas del invierno y el fuego de un sol ardiente hicieron que poco a poco tu tronco, que guardaba tantos de mis secretos, se debilitara, agonizara y muriera en el último verano.
Encima de tus cenizas he sembrado otro árbol para que te haga compañía cuando yo esté ausente, te extraño tanto, que a veces me duele el alma el recordarte, sin embargo acepto que lo que nace y crece…, algún día muere.
Recordando a mi cerezo.
Memorias BriznaDpaz
Enero 08, 2009
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